martes, 11 de septiembre de 2007


¿Quien no deja de olvidar a a los maestros? Yo, que soy extramadamente desmemoriado, no recuerdo siquiera los nombres de mis maestras de los primeros años. Pero aún cuando trate de lograr esa memoria, ¿podré recordar cuánto esfuerzo les costó hacerme leer la primera palabra o sacar mi primera suma? ¿Quién recuerda a los padres cuando nos tomaban de las manos para que diéramos los primeros pasos, cuando respondían hasta el cansancio nuestros porqués, cuando soportaban con dolor nuestro rencor por los tantos no? ¿Quien fue testigo de los ojos enrojecidos de las maestras corrigiendo pruebas y preparando sus clases? ¿Quién recuerda como lecciones las reacciones del amigo que nos gritó o se enojó? ¿Quién recuerda lo que aprendimos con los "no te quiero más"? Cuántos maestros pasaron por nuestras vidas, cuántas velas se encendieron para que seamos la luz que somos. Maestros y alumnos. Alumnos y maestros. Este pensamiento nació de alquien que hoy, día del maestro, me saludó (inmerecidamente) y me conmovió y me dije... ¿cuál de los dos es el maestro, si yo aprendí de él tanto (y fueron tiempos duros los que compartimos en nuestro quasi exilio)? Y me surgen más cosas desordenadamente: los niños que aprenden de los papás, los abuelos que aprenden de los niños; las manitos juntas que aprenden la oración: "Angel de la guarda, dulce compañía...." (con tanto sabor a mamá en el recuerdo) y la propia oración que ya grandes aprendemos por los papás que están y por los que ya no; los que se fueron y aprendimos a quererlos lejos, los que se quedaron y nos siguen enseñando la constancia de querernos; el que arriesgó todo y nos enseñó el coraje; el que se desprendió de todo y nos enseñó el renunciamiento; lo que nos enseñó la enfermedad y los médicos y los otros enfermos; lo que nos enseña la pobreza y la marginalidad de los que no tiene nada. Y ni hablar de lo que nos enseñamos a nosotros mismos en el dolor, la soledad, el error...
La escuela es la escuela. El hogar, es una escuela. Los amigos, son una escuela. La vida, es una escuela y todos somos maestros y todos somos alumnos de tiempo completo.
A los maestros (de la escuela), feliz día. A los maestros, todos ustedes, de la vida, ¡Salud!

6 comentarios:

José Eduardo Vulcano dijo...

...Nando...siempre una palabra oportuna en el momento justo para encender la luz de algún recuerdo...
Un abrazo grande, Maestro!!!
José E. ("El Jose")

Chica Ecuestre dijo...

Un placer leer este texto, trajo a mi memoria infinidad de recuerdos. Gracias por compartirlo y volveré a pasar por más, no lo dudes.

Amalia dijo...

Fer! Siempre me conmovés, porque siempre está la muestra de tu alma, tan llena de entrega y amor. Y aunque no lo creas, la emoción de tu texto me toca y me llena los ojos de lágrimas.

Un beso grande
Amalia

Unknown dijo...

No me puedo permitir pasar por este espacio y no dejar comentario alguno, más aún después de haber encontrado tan lindas palabras cuando vos pasabas por "mis espacios"... creo que la educación es algo que se construyem una relación de interambio entre esas dos personas (maestro-alumno, padre-hijo, amigo-amigo, etc, etc) y que por eso es tan rica, porque cada uno es especial y tiene algo para dar, para compartir. Lo lamentable es que mucha gente no se dá cuenta, viven de un pizarrón escrito y no se toman la molestia de agarrar una tiza... o un borrador.
Y entonces la vida es un libro ya escrito que hay que aprender de memoria, como una fórmula matemática...
Por suerte hay personas, como vos, que se encargan de recordarnos la posibilidad de VIVIR APRENDIENDO (y también aprehendiendo, no?)

...ya me fuí re lejos!

Un abrazo

Alicia Pez dijo...

es increíble, yo no dejo de sorprenderme a cada segundo... absolutamente todo, hasta lo más pequeñito, está enseñándome algo; y es genial aprender, tan magnífico como enseñar, es milenario.
vos me enseñaste mucho, y seguís haciéndolo. Gracias...

Alicia Pez dijo...

VOLVÍ :)